Por Carlos Alberto Leal / Presidente de la Junta Directiva de Acipet
El contexto geoestratégico mundial ha venido presentando pujas recientes entre las grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China, en donde la Comunidad Económica Europea y el resto del mundo estamos siendo testigos de primera línea, y sobre todo directos afectados por las consecuencias de las acciones tomadas.
A las ya conocidas restricciones arancelarias de Estados Unidos a China y del veto a Huawei, en un intento por controlar la influencia del país asiático en la economía y comunicaciones del país del norte, se suman acciones de Estados Unidos al retirarse el año pasado del Acuerdo de París, por considerar que sus integrantes no estaban cumpliendo lo pactado, y el anuncio de retirada del Tratado de Cielos Abiertos, que 23 naciones han suscrito para el control de armas aéreas, en donde acusa a Rusia de ocultar información sobre su arsenal.
Daría la impresión de que el gobierno republicano de Trump estuviera adoptando políticas de aislamiento y proteccionismo, en contra de la apertura total que gobiernos demócratas como los de Clinton y Obama incentivaron durante sus periodos presidenciales.
Y es que en su afán de mantener el control mundial que siente amenazado, Estados Unidos tiene otros temas no menos importantes que resolver, como la crisis de precios del petróleo que pone en riesgo su gran potencial de producción de hidrocarburos no convencionales, que hoy lo posicionan como el primer productor de petróleo a nivel global.
Pero también a nivel regional, otras escaramuzas se vienen dando; en plena pandemia Venezuela sufre una fuerte escasez de gasolina, debido al pésimo estado de sus gigantes refinerías, la cuales, por su mala operación a mano de personal inexperto del régimen, han caído en condiciones de producción mínima, por lo cual el régimen de Maduro ha recurrido a la ayuda de Irán, que ha enviado cinco buques cargados con 1,5 millones de barriles de combustible avaluados en 45,5 millones de dólares.
A los ojos de Estados Unidos esto es inaceptable, dadas las medidas que unilateralmente ha lanzado en contra del régimen, que incluyen sanciones a empresas y países que trancen con el gobierno, en un intento por agravar sus flacas finanzas y generar una crisis tal, que signifique su derrocamiento y el de su proyecto bolivariano tan incómodo a todos los intereses de la región, por lo que significan alianzas con países como Rusia, China e Irán.
De la presión estadounidense han sido directamente afectadas empresas como la americana Chevron, la rusa Rosneft, la italiana Eni, la española Repsol y hasta DirecTV, a las cuales bajo una amistosa advertencia se les ha recomendado cesar toda relación con el gobierno Maduro. Detrás de ellas, una cantidad de compañías de bienes y servicios adscritas a la sombra de Estados Unidos han empezado a desfilar, poniendo fin a su operación en el país, a lo cual se suma ahora la crisis de los tanqueros iraníes.
Todos estos eventos encaminados a defender posiciones estratégicas, que aseguren acceso a los recursos claves como los hidrocarburos y mantener la hegemonía mundial con la moneda del dólar americano, como elemento transaccional universal por parte de los Estados Unidos, y la fuerte posición de sus contradictores que han ganado mucho terreno las dos últimas décadas, vaticinan vientos de confrontación que por el bien de la humanidad ojalá la pandemia pudiera aminorar.
PUBLICADO: 11 de junio de 2020